domingo, 4 de mayo de 2014

DOS VÓMITOS

CASCADA

Lo más romántico que puede decir un ser humano
a otro ser humano es Deja que te ayude a vomitar.
Ningún ser humano me lo ha dicho nunca.
Sigo mi camino hacia dios tan limpia como si dios
tuviera miedo de los pies llenos de barro. Si pierdo
una hebilla del pelo se acabó. Describidme por favor
vuestro vómito; para mí es como un salmo,
un lugar donde la naturaleza podría ser nueva.
La suciedad de los demás hace un bonito vestido.
Perdón que se me concederá sin pensar.


© Melissa Broder (de la antología "THE YOLO PAGES", 2014 Boost House)
de la traducción: José María Martínez / Tive

Le respondo con este poema mío:


VÓMITOS

Nada más conmovedor que el vómito
de un niño.

Se diría que expuesto
con cierta voluntad vanguardista,
un gesto provocador,
arte visceral que estalla a nuestro paso
cual sopa primigenia,
un sol estrellado,
una constelación de fluidos gástricos.

Con gesto de chamán,
el niño nos arroja
el contenido de su estómago,
y hay que escudriñarlo circunspectos,
leer sus trazos,
descifrar sus signos,
los síntomas de que su cuerpo
no anda bien.

En el vómito de un niño
hay siempre un resto indefinible
de color rosa,
medio masticado y a medio digerir
que nos inspira ternura
como el desamparo
de los borrachos.

El adulto que vomita
tiene algo de niño enfermo.


© José María Martínez, "Paradojas del Conserje" (inédito).
 
 

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